Luchas sectoriales y conexión común

La incineradora de basuras de Gipuzkoa y la prolongación del metro de Donostialdea, sólo tiene un fin exclusivo : ¡ FACTURAR ¡

La incineradora se construirá y las empresas privadas facturarán muchos cientos de millones de euros al tesoro público. No servirá socialmente para nada como lo está demostrando la incineradora bizkaina, que quema basura dos veces a la semana y vive de quemar gas.

Con la legislación europea aprobada, la presión y la movilización social se conseguirá paralizarla en un plazo de 15 años o antes. Y qué pasará: que las empresas privadas facturarán otro montón de millones de euros para desmontarla.

El caso de la incineradora de Gipuzkoa está además agravado por la infernal atadura de los swaps financieros que firmaron una banda de delincuentes, que deberían estar  políticamente denostados.

Tenemos un ejemplo parecido con la central nuclear de Lemoiz que lo estamos viviendo y pagando  todavía: Se construyó y se facturó. Se está desmontando y facturando. Objetivo único: facturar.

La considerada gran victoria social de su paralización (que lo fue en cierto aspecto), no afectó en demasía a sus promotores políticos y económicos, que consiguieron el 90 % de sus objetivos.

No hay ningún otro motivo. En la época de liberalismo económico que vivimos las instituciones públicas se han convertido en los mejores clientes de  empresas privadas.

El puerto exterior de Pasaia no tiene otro motivo que facturar la obra. Lo demás no importa. En éste caso concreto quizá sus enanos políticos encargados de vender el proyecto socialmente, fueron demasiado burdos.

El metro de la Kontxa no tiene otro objetivo más que facturar al tesoro público otro montón de millones que irán a parar a bolsillos privados y siempre, siempre, eso sí, las comisiones de rigor a partidos, a personas, directa u ocultamente, pero las comisiones son obligadas. De eso vive el sistema capitalista y quienes lo apoyan.

Los ejemplos se suceden a diario pero quizás no nos damos cuenta e incluso muchas veces participamos en ellos sin saberlo.

El TAV es el máximo gran ejemplo de nuestro tiempo, un proyecto de inmenso desvío de dinero público a manos privadas. En éste caso quizá la ambición ha sido tanta que se les está yendo de las manos, pero lo facturado, facturado está. Es muy probable que dentro de unos años haya que desmontarlo también por obsoleto o por no haberlo sabido hacer en tiempo y forma, pero la factura del desmontaje también estará asegurada. Y no hay más razones.

El velódromo, el estadio Anoeta y su reforma, Tabacalera, el BEC, los cubos del Kursaal, el recrecido de la presa de Iesa, la reforma del  canal de Deusto, el túnel del metro de Altza y otros tantos y tantos proyectos no demandados socialmente, proyectos que no sirven para nada, infrautilizados y prematuramente envejecidos, cuyo único fin ha sido y será si los dejamos, llenar los bolsillos privados.

El actual equipo de gobierno municipal se ha repartido el pastel facturable en Donostia:  el PNV construirá la incineradora y el PSOE la ampliación del topo.

Reflexionemos si ante cada lucha sectorial no existe una razón de ser común por parte del sistema que nos hacen malgastar demasiadas energías.